Cuando la guerra nos hace sonreír.

En muchas ocasiones he publicado entradas relacionadas con la guerra, parte inherente de la historia humana. No hace mucho, un lector me preguntó cómo era posible que un auto-denominado demócrata podía dedicar tantos artículos dedicados a la guerra en su blog, a lo cual respondí que el hecho de que no me gusten las guerras no impide que publique su historia, y me reafirmo. Sin embargo, en estos días de fiestas he buscado la forma de evitar hablar de cuestiones trágicas o tristes, lo cual no siempre es fácil si quiero mantenerme dentro de los reinos de la historia y la ciencia, y casi por casualidad me acordé de un profesor de demografía para quien la guerra era todo risas. Así que, con vuestra venia queridos lectores, me he permitido reunir una serie de anécdotas militares que espero os alegren el día, algunas de las cuales podréis contar a vuestras familias durante la cena de Navidad y así evitar las consabidas riñas entre hermanos. Advierto que de cómico tengo lo mismo que de pintor, y por ello me he limitado a reproducir estas historias tal y como me las han relatado a mí.

soldados riendo

Gatos Espía.

Durante la Guerra Fría, los dos contendientes buscaron desesperadas formas de espiar a su rival. Entre otros métodos, los “expertos” de la CIA gastaron 10 millones de dólares entrenando a gatos para llevar pequeños micrófonos e infiltrarlos en instalaciones soviéticas y así poder escuchar conversaciones secretas. En el primer intento, acercaron a uno de estos inocentes felinos, bien entrenado, por supuesto, a la embajada de la Unión Soviética en Washington con la intención de infiltrarlo. Segundos después, el incauto aprendiz de James Bond fue atropellado por un taxi. El proyecto fue cerrado inmediatamente.

Suizos, Go Home!

En marzo de 2007, un destacamento del ejército suizo se extravió durante una marcha de entrenamiento. Sin percatarse de ello, cruzaron la frontera de Liechtenstein y avanzaron 1.5 kilómetros hasta que llegaron a una aldea donde los vecinos les informaron donde estaban. Avergonzados desanduvieron el camino y el gobierno suizo tuvo que pedir disculpas públicas al principado por la incursión.

Liechtenstein soldier

En otro evento de la larga historia militar de Liechtenstein, durante la Guerra Austro-Prusiana, el pequeño principado envió un contingente de 80 hombres. No sólo volvieron todos sanos y salvos, sino que durante el camino se encontraron a un soldado italiano con el que entablaron amistad y lo invitaron a establecerse en su país, así que la cuenta final del batallón a su retorno fue de 81.

La Conquista de Guam.

La Guerra Hispano-Americana de 1898 apenas había comenzado cuando el crucero de la marina norteamericana USS Charleston arribó a las costas de la pequeña isla en el Pacífico Sur, en manos españolas desde 1668. Las instrucciones del Capitán Henry Glass eran “utilizar toda la fuerza necesaria para capturar el Puerto de Guam, apresar al gobernador y a cualquier otro oficial o fuerza armada ahí presente…y destruir cualquier fortificación sobre dicha isla y todos los barcos navales españoles en o cercanos a la Isla”. El problema es que ni el gobernador ni habitante alguno sabía que España estaba en guerra con los Estados Unidos. Cuando el Guam LadronesCharleston apareció frente a la costa escoltado por tres barcos de transporte, el City of Peking, el City of Sidney y el Australia, los habitantes y algunas personalidades se reunieron en el malecón de Piti, el puerto principal de la isla. Mientras admiraban curiosos a los visitantes, el Charleston efectuó 13 disparos con tres de sus cañones al fuerte español en la costa. Al ver que ningún daño se había producido, el Capitán Pedro Duarte del cuerpo de marinos, comentó que los cañonazos eran un saludo de cortesía, y envió a un emisario hacia Agana, la capital, para pedir al gobernador que enviara artillería y sí devolver el saludo. Mientras tanto, el Capitán del Puerto, Don Francisco Gutiérrez, un cirujano naval, Don José Romero, un nativo de la isla, José Paloma, y un comerciante español, Francisco Portusach, abordaron una lancha para dirigirse al Charleston y darle la bienvenida a los norteamericanos. Mayor sería su sorpresa cuando, una vez a bordo del crucero, fueron informados del estado de guerra entre las dos naciones y que desde ese momento eran prisioneros de guerra. Dos días después, Estados Unidos había tomado posesión de Guam sin necesidad de más disparos.

Mar malo, malo, malo malo…

Latigazos al marHerodoto nos cuenta que el Rey Jerjes de Persia (el que peleó contra los espartanos et al en la Batalla de las Termópilas), mientras preparaba su invasión de Grecia, estaba construyendo un puente de pontones sobre el Estrecho del Helesponto para que cruzaran sus tropas. Pero una tormenta destruyó su puente, y Jerjes, contrariado, ordenó a sus soldados castigar al mar (si, si, al mar) con 300 latigazos, además de lanzar al fondo decenas de grilletes para hacerlo prisionero. El emperador romano Calígula, también envió sus ejércitos al mar para castigar al Dios Poseidón, y pidió que sus soldados le trajeran millares de conchas marinas como botín de guerra.

Pedos que salvan vidas.

Durante la Segunda Guerra Mundial, los médicos canadienses que atendían a los pilotos de bombarderos de altura notaron que en el rápido descenso, la acumulación de gases en el abdomen podía causar fuertes dolores. Para evitar una tragedia, los pilotos debían comer grandes raciones de coles de Bruselas que les ayudaran a “descargar” dichos gases antes del aterrizaje.

Papá Noel crucificado.

Cuenta la historia apócrifa que, después de la Segunda Guerra Mundial, los japoneses intentaban congraciarse con los conquistadores norteamericanos. Para hacerles la Navidad más agradable, colgaron en una base adornos navideños y otros de temas cristianos, pero por lo visto no estaban muy al tanto de la diferencia, pues uno de los adornos era un Papá Noel crucificado.

Y bueno, espero que os haya gustado, yo me he reído un rato. Seguro que algunos de vosotros conoceréis más de estas divertidas anécdotas,  y estoy ansioso por escucharlas. Si este artículo tiene éxito, os prometo una segunda parte.

Acerca de J.G.Barcala

Profesor y traductor de idiomas. Comprometido con la libertad, la democracia y el progreso. Aventurero y viajero empedernido. Escritor de todo lo que se preste.
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15 respuestas a Cuando la guerra nos hace sonreír.

  1. Hola Jesús,
    genial entrada o sea que ya puedes preparar una segunda parte. Solo conocía la tercera «la conquista de Guam», pero es que lo de azotar el mar no tiene desperdicio. ¡ja, ja, ja!
    Saludos

    • J.G.Barcala dijo:

      Hola Francisco,
      pues sí que ha tenido éxito, y prometo otra entrada sobre el tema en el futuro cercano. Lo que más me alegra es que, en ocasiones y a pesar de su trágica naturaleza, la guerra puede ser una fuente de diversión. Y sí, lo de Jerjes azotando el mar es una de las anécdotas más divertidas de la historia…lo que hay que leer!
      Muchas gracias por comentar. Un abrazo.

  2. carlos andres cuellar moreno dijo:

    Genial! Debería subir mas!

  3. Anónimo dijo:

    Bravo!!!

  4. ¿Y qué tendrá que ver la velocidad con el tocino? Llevar un BLOG exige armarse de paciencia. Sigue así, con guerras y sin ellas. Un saludo.

  5. Alex dijo:

    Esa leyenda de Jerjes castigando al mar siempre me ha causado mucha gracia… Las otras anécdotas no me las sabía pero ciertamente están super buenas para comentarlas en la cena de navidad!
    Un abrazo! Esperaré por la segunda parte

    • J.G.Barcala dijo:

      Jeje, en verdad es muy buena, y creo que fue una acción provocada por el hecho de que aquellos reyes se sentían dioses, y cómo se atrevía el mar a ponerse en su camino! 😛
      Pero bueno, lo importante es que ahora podemos reírnos del tema, como estoy seguro nuestros descendientes se reirán de algunas de nuestras costumbres…
      Muchas gracias por comentar y un cordial saludo.

  6. Stella dijo:

    Me encantó la última por lo actual que es.
    No estamos crucificando a Papá Noel por éstos días. Si no me creen, pregúntele al bolsillo.
    Genial y divertido tu artículo. Espero la segunda parte.

    • J.G.Barcala dijo:

      Jejeje, hola Stella,
      mi intención era precisamente sacaros unas risas, aunque el tema de la guerra no sea originalmente tan alegre, pero creo que es saludable encontrar el lado amable de las cosas. Acabo de volver de unos días con la familia y prometo ponerme a trabajar en la siguiente entrada.
      Muchas gracias por tu comentario.
      Un cordial saludo.

  7. Pingback: Cuando la guerra nos hace sonreír

  8. Muy buena barcala. Ya la segunda parte. Al parecer ya estaba en el espiritu humano eso de castigar a la naturaleza, y cada vez la castigamos mejor.

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