Manfred von Richtofen, El Barón Rojo.

Al atardecer del 22 de abril de 1918, Manfred von Richtofen fue enterrado con honores militares en Bertangles, Francia. Seis oficiales de la RAF llevaron el simple ataúd de madera sobre los hombros, desde el hangar donde había pasado la noche, hasta la carroza, una Crossley Tender, y luego el cortejo avanzó lentamente, precedida por un pelotón de salvas de pilotos australianos, y seguido de más de cien dolientes. El Barón Rojo tenía 25 años.

Richthofen

De todos los “Ases” de la Primera Guerra Mundial, ningún otro ha cautivado la imaginación de niños y adultos como quien fuese el Número Uno de todos los pilotos de combate en dicho conflicto. Sus 80 victorias, su personalidad arrolladora y su caballerosidad en la victoria le convirtieron en el más laureado héroe alemán. Junto con su Fokker, fue el terror de las fuerzas aéreas aliadas, mismas que le bautizaron primero, como el “Demonio Rojo”, y luego como el “Barón Rojo”, por el color con el que había pintado su avión.

Manfred Albrecht Freiherr von Richthofen nació en Kleinburg, Baja Silesia, Alemania (actualmente en Polonia) el 2 de mayo de 1892. Como su titulo indica (Freiherr es normalmente traducido como Barón), su familia pertenecía a la aristocracia prusiana, aunque el futuro As no le daba mucha importancia a su abolengo. Manfred era un chico retraído e inteligente, educado primero en Richthofen niñocasa y posteriormente en un colegio de Schweidnitz donde su familia se había mudado cuando él tenía 4 años. Junto con sus hermanos menores Lothar y Bolko, disfrutaba del campo y las actividades al aire libre, como la caza de ciervos y jabalíes. A los once años marchó a la academia militar para seguir los pasos de su padre, el Mayor Albrecht Philipp Karl Julius Freiherr von Richthofen y, al terminar su educación de cadete a los 19 años, se unió a un Regimiento de Caballería Ulana. Al iniciarse la guerra, Manfred sirvió como oficial de caballería en el cuerpo de reconocimiento tanto en Rusia como en Francia y Bélgica pero con el advenimiento de la guerra de trincheras, los mandos no vieron más utilidad en dichas actividades y desmantelaron su unidad, asignando al soldado a tareas de correo y telefonista. Frustrado y aburrido, von Richthofen finalmente pidió su ingreso al Fliegertruppen des deutschen Kaiserreiches (Servicio Aéreo del Ejército Imperial Alemán) de reciente formación.

Ahí encontró su verdadera vocación y tres meses después de su ingreso al servicio en mayo de 1915, ya volaba en operaciones de reconocimiento y observación en el frente ruso. Poco tiempo después fue reasignado al frente occidental en la región de Champagne, donde derribó a su primer avión enemigo, pero al haber caído este detrás de sus líneas, la victoria no pudo ser confirmada y no se dio crédito al piloto. Sin embargo, en esos días Manfred conoció al piloto As Oswald Boelke, uno de los primeros estudiosos de las tácticas del aire, considerado como el “Padre de la Fuerza Aérea Alemana”. Boelke, que había publicado un manual de combate aéreo con las primeras reglas para los pilotos, vio un destello de talento en veinteañero Richthofen, que aún luchaba por dominar el arte del vuelo. En agosto de 1916 se volvieron a encontrar y esta vez Boelke invitó al más joven a unirse a un nuevo escuadrón que estaba formando, el Jagdstaffel 2 (2º Escuadrón de Cazas), mejor conocido como Jagsta 2.

Richthofen en su avión con el escuadrón Jagsta II. Su hermano Lothar está sentado en el suelo.

Richthofen en su avión con el escuadrón Jagsta II. Su hermano Lothar está sentado en el suelo.

El liderazgo y enseñanzas de Boelke fueron determinantes para el éxito de Richthofen durante el resto de su carrera, a pesar de que ambos pilotos trabajaron juntos muy poco tiempo, al haber sido derribado Boelke en Octubre de 1916. Aún así, las máximas del Dikta Boelke sirvieron a su alumno en su periodo como piloto del Jagsta 2, y luego cuando en 1917 Richthofen recibió el mando de su propio escuadrón. Fue en esta etapa como Capitán del Jagsta 11 cuando decidió pintar su Albatros II de color rojo, a pesar de que la vistosidad del tono le convertiría en un blanco más fácil de encontrar en el cielo y de identificar, pero el Barón Rojo replicó que más que llamar la atención, lo que deseaba era causar miedo al enemigo. Al tiempo, incluso algunos de sus hombres pintaron parte de sus aviones del mismo color, que pronto se volvió en el distintivo del escuadrón.

Fokker DR I

Fokker DR I

Contrario a lo que pudiese parecer, Richthofen no era un piloto muy arriesgado. Una de las reglas que aprendió de su mentor y que se esforzó por inculcar a sus hombres era que nunca debían luchar una batalla que no pudiesen ganar. Era mejor alejarse cuando las probabilidades estaban en contra y esperar un mejor momento. Tampoco era un piloto excesivamente acrobático, como podría serlo su propio hermano Lothar, también piloto, sino que buscaba la máxima eficiencia utilizando tácticas probadas, como atacar siempre con el Sol por detrás y siempre con el apoyo de cazas amigos. Eso sí, el Barón Rojo tenía muy buena puntería.

Albatros DRII.

Albatros DRII.

Desde que el 16 de septiembre de 1916 consiguiera su primera victoria confirmada y hasta finales de marzo del año siguiente, Richthofen consiguió derribar a 31 aviones enemigos, lo que le convirtió en el más exitoso de los pilotos alemanes y el premio que más buscaba, el “Pour le Merité”, la más alta condecoración del ejército alemán. La mayoría de dichas victorias las alcanzó volando su Albatros DII y el Halberstadt DII. Luego, en lo que los aliados denominaron “abril sangriento”, el Barón Rojo cosechó 22 victorias, incluidas 4 en un mismo día. En junio de 1917, fue nombrado comandante de un “Ala”, o grupo de 4 escuadrones, que pronto fue bautizado como el “Circo Volador”, por su colorido y su constante traslado entre los diferentes frentes a los que constantemente estaba siendo asignado.

Entonces el 6 de julio, el Barón Rojo fue herido por una bala en la cabeza y apenas logró aterrizar su avión en territorio amigo. La herida requirió varias operaciones para retirar restos de metal del cráneo, pero tres semanas después, el audaz piloto se reintegró a su Ala. Al principio sus superiores le prohibieron volar, temerosos de que su piloto estrella aún no estuviera en condiciones y que su Heridopotencial derribo fuese utilizado como propaganda por el enemigo, aún así, las necesidades de la guerra y la obstinación del As alemán no pudieron retenerlo mucho tiempo en tierra. Sin embargo, para septiembre estaba claro que Richthofen no estaba todavía en condiciones y el Alto Mando decidió retirarlo del servicio activo durante unas semanas, tiempo que aprovechó para descansar en casa, para escribir el borrador de una autobiografía y para participar en actos oficiales, incluida una visita al Kaiser Wilhelm II. De vuelta en acción a los mandos del nuevo Fokker DR I, el triplano más representativo del Barón Rojo, prosiguió su carrera hacia el destino elevando su cuenta de víctimas hasta 80 a fecha del 20 de abril de 1918 (en este enlace se pueden ver todas las victorias de Richthofen: http://en.wikipedia.org/wiki/List_of_victories_of_Manfred_von_Richthofen).

El 21 de abril, Manfred von Richthofen despegó en una nueva misión sobre los prados de Picardíe en el norte de Francia, donde varios escuadrones de naves enemigas habían sido avistadas. Durante la batalla, el Barón Rojo se fijó en un caza enemigo que parecía titubeante, y no le faltaba razón pues se trataba del piloto canadiense Wilfrid «Wop» May, recién integrado al escuadrón 209 de la Royal Air Force. Desobedeciendo una de sus propias reglas, Dog Fightel As alemán persiguió a su enemigo por debajo de la altura recomendada y, peor aún, tras las líneas enemigas. Tampoco se dio cuenta de que otro piloto canadiense, el Capitán Arthur “Roy” Brown, le había puesto a su vez en la mirilla. Lo que sucedió a continuación ha quedado envuelto en un misterio que difícilmente podrá ser desvelado en el futuro. Según la versión de Brown, él lanzó su Sopwith Camel en picada para perseguir a Richthofen, quien tuvo que maniobrar para evitarlo antes de continuar la persecución de May. Durante el enfrentamiento y, siempre según la versión del canadiense, una de sus balas atravesó el tórax del alemán, que perdió el control de su aparato y terminó estrellándose sobre los campos de cultivo. El Barón Rojo había sido derribado por última vez.

No obstante, Brown no fue el único que se adjudicó el crédito de haber vencido al más famoso de los ases alemanes. Justo por debajo de la acción, operaba un batallón de infantería australiano que, casualmente, usaba en sus ametralladoras el mismo calibre de bala que las montadas en los aviones de la RAF, del .303. Según investigaciones contemporáneas, el más probable causante de la muerte del Barón Rojo fue el Sargento Cedric Popkin de la 24ª Compañía de Ametralladoras Australianas. Popkin disparó dos ráfagas contra el triplano alemán, una de frente y la segunda por la derecha, después de que Richthofen hubiese ofrecido su flanco en la maniobra. Dada la naturaleza de las heridas, el sería el único capaz de disparar el fatídico tiro. Aún así, y con la poca información con la que contaba en un principio, la RAF adjudicó a Brown la victoria.

Sea quien fuese su verdugo, la carrera del As Manfred von Richthofen había terminado, apenas unos meses antes del final de la guerra. Su talento, carisma y, principalmente, su récord de victorias, le convirtieron en una de las más famosas leyendas de la Primera Guerra Mundial y su figura perdura un siglo después en la cultura popular. Respetado y admirado por amigos y enemigos, El Barón Rojo tiene asegurado su lugar en la historia.

11 respuestas a Manfred von Richtofen, El Barón Rojo.

  1. Hola Jesús,
    este especial de la Primera Guerra Mundial pinta muy bien ¡Ja, ja, ja! Empezar con el mítico Barón Rojo ha sido un acierto. Me picó la curiosidad y he investigado un poquito sobre su muerte. Por la autopsia se sabe que la bala entró por el lado derecho del pecho y le causó heridas en los pulmones, el hígado, el corazón, la arteria aorta y la vena cava antes de salir. Apenas contó con un minuto antes de perder la consciencia y solo un par de ellos en morir. Enterrado con todos los honores militares por los mismos británicos, hecho que demuestra que a pesar de ser enemigos le reconocían el valor de un soldado, su ataúd fue llevado a hombros por seis miembros del escuadrón 209 y en su lápida, que se encuentra en el mismo lugar donde cayó, se puede leer su epitafio: «aquí yace un valiente, un noble adversario y un verdadero hombre de honor. Que descanse en paz».
    No sé si hoy en día existe tanto respeto en las guerras por los héroes del otro bando pero deberíamos aprender del pasado.
    Un abrazo y espero el siguiente…

    • J.G.Barcala dijo:

      Hola Francisco,
      creo que muchos de nosotros disfrutamos de niños con la figura del Barón Rojo. Para mí, en particular, era un ídolo, en aquella edad en la que soñaba con pilotar aviones y llegar a la luna en un cohete enorme y poderoso.
      Como bien dices, Richthofen era tan respetado como temido por sus enemigos, y le demostraron ese respeto en su muerte. Yo he estado en el lugar preciso donde cayó su avión, y he visto la tumba, siempre llena de flores porque la familia Richthofen aún las encarga, o eso es lo que me contó el señor que se las lleva frescas un par de veces por semana.
      Es verdad que ya no vemos al enemigo como sólo un rival, eso era cosa de los caballeros, y yo diría que tiene que ver con el hecho de que la guerra moderna es terrible, y ya no nos parece un torneo entre señores feudales en el que vencedores y vencidos departían y brindaban al final de la batalla.
      Ya he colgado siete biografías y más vendrán esta semana, es una cuestión de logística, pues es muy complicado subir páginas y enlazarlas, tu lo sabes bien.
      Muchas gracias nuevamente por tu amable comentario, y espero poder darte más razones para volver. Te deseo un feliz domingo, y yo espero tu artículo del lunes.
      Un abrazo.

      • Anónimo dijo:

        Es bastante falso que fue respetado como un héroe cuando murió. Sus restos mortales fueron ultrajados. Hay que leer más señores.

      • J.G.Barcala dijo:

        Es verdad que hay que leer más, y deberías empezar tú. Fueron más de 50 testigos los que asistieron al funeral de Richthoffen, y hay film original. El Barón Rojo recibió honores en su entierro. Nadie, jamás, lo ha negado, hasta que llegaste tú…

      • J.G.Barcala dijo:

        Por si no te queda claro, te he encontrado la evidencia: https://www.youtube.com/watch?v=tJUzIKeJJdY

      • Rudolf Berthold dijo:

        Has hecho bien J.G. Barcala. De vez en cuando es conveniente tapar algunas bocas de ignorantes supinos como este «anónimo». Pero, sinceramente, no creo que este individuo pueda «leer más», pues dudo mucho que sepa leer y escribir (el comentario lo habrá tenido que dictar). En fin, que los analfabetos aparecen por cualquier sitio, como las setas. Tu trabajo me parece excelente. Ya cuentas con un seguidor más. Un cordial saludo.

      • J.G.Barcala dijo:

        Hola Rudolf,
        muchas gracias por tu comentario y tu apoyo. No entiendo cómo sigue habiendo gente que basa sus «argumentos» en rumores y falsedades obvias. Desgraciadamente, creo que siempre existirán, pues la ignorancia es inseparable del ser humano.
        Un abrazo.

  2. Anónimo dijo:

    Ejemplo de valentía, talento, y simpatía

  3. Anónimo dijo:

    Me pueden decir donde se encuentra la lapida? gracias

    • J.G.Barcala dijo:

      Hola amigo/a,
      la tumba del Barón Tojo está en el cementerio sur de la ciudad de Weisbaden, en Alemania, y puede ser visitada. También, en el lugar exacto en que cayó, cercano al pueblo de Vaux-sur-Somme, hay una placa conmemorativa.
      Un cordial saludo.

  4. Humberto Te notio dijo:

    Digna de caballeros, al igual de Miguel Grau, el caballero de los mares en el Perú.

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